Las alegrías son buenas, pero duran muy poco.
Por eso, lo único que deseo es no ponerme peor, para que en el hospital puedan seguir dándome los ciclos de quimio y las sesiones de cobalto. Quiero volver pronto a mi casa.
Esta enfermedad me está quitando la vida, tengo muchos dolores, he perdido el pelo y aunque estoy desesperada, me aguanto, me tomo un calmante y sigo adelante.
Ya no soy aquella muchacha que tenía todo el futuro por delante, ésa Beatriz ya no existe y no me reconozco.
Ahora, con mucha pena, me toca contar los pocos días que me quedan por vivir.
Todo esto que me está pasando es muy malo de llevar y estoy medio loca de tanto pensar.
Mis hijos me necesitan y si yo falto mañana, no podré ayudarles en muchas cosas que les pasarán en la vida.
Tengo hecho testamento y ésta es mi última voluntad, que quisiera que se respetase por encima de todo. Cuando yo muera, me gustaría que todo lo mío fuera para mis cinco hijos y que ellos dispongan de lo poco que tengo. Ésta casa solo era un solar y para poder hacerla mi padre me dio el dinero necesario, así que no quiero que nadie los eche del pedacito de casa que me toca. Si lo necesitan, pueden venderlo todo, casa, huerta y olivar, y recoger los frutos, porque yo sé que les hará mucha falta. Cuando yo ya no esté aquí, se van a quedar muy solos, sin nadie que los proteja, por eso quiero que ellos sean los amos de todo lo mío y de todo lo que me corresponda en el matrimonio.
Para enterrarme, solo quiero que me pongan lo que me pertenezca de Santa Lucía.
Y no quiero lutos.
A mi marido solo decirle que se lo di todo a cambio de nada. Y a pesar de tanto dolor, él lo ha sido todo para mí. Y ya que no supe hacerle feliz que me perdone y que Dios lo premie algún día.
Y vosotros hijos míos, perdonadme también si alguna vez os hice algo malo. A todos os quiero muchísimo y os he ayudado en lo que he podido. Quisiera que siempre os llevéis bien, como hasta ahora. Ése es el capital más bonito que he conseguido en la vida. Tenedlo siempre en la mente. Estoy muy orgullosa de vosotros. ¡Que más puede pedir una madre!. Yo siempre he querido que seáis buenos y que no le hagáis daño a nadie.
Y por favor no discutáis nunca, ni quedéis mal entre vosotros por culpa de esta miseria de herencia que os dejo.
De las pocas cosas que tengo para repartir:
Para José Antonio, la radio y el cordón de oro.
Para Carmen, el reloj de pared, la cruz de oro y las sábanas bordadas.
Para Bartolina, la máquina de coser, los zarcillos de oro y la palangana de porcelana con su jarra.
Para Eliecer, la alianza de oro, la medalla de plata de San Antonio y la cama antigua de mis padres.
Para Pablo, la cruz y el cordón de oro.
Y para mis nietos, dadles algo que a ellos les guste.
Ésta es toda la fortuna que tengo y un amor infinito para todos vosotros.
Hasta siempre, os quiere vuestra madre.
Beatriz Domínguez
Fotografía: «Sé que voy a morir». Valle de la novia 56.
Texto: Beatriz Domínguez Tovar.
Modelo: Carmen González Domínguez.
Localización: Plaza de toros. Galaroza. Huelva.