HÁGASE TU VOLUNTAD

Vuelvo a Galaroza con el alma arrugada y temblando. Vuelvo con la urgencia de abrazarte, con la necesidad de besarte y decirte mil veces más lo mucho que te quiero.

Regreso al paraíso de mi origen con el fatídico presentimiento de que los plazos se agotan. Regreso con los sentimientos encogidos y el terror creciente de que todo se esta acabando.

Retorno a tu vientre sereno con la angustia de que el fin se acerca imparable. Regreso con mi maleta vacía y la terrible certeza de que voy a perderte para siempre.

El desarrollo de la maldita metástasis gana las últimas batallas del proceso y obliga a tu corta existencia, cerrar prematuramente la pequeña arca que te corresponde en la tierra. Sin equipaje, cierras definitivamente el precioso joyero de tu vida, dejando el corazón dentro.

El destino del universo es implacable y va apagando lentamente la energía del sol veraniego, sin importarle el tenue calor de tu agotado cuerpo, ni la desesperación de tus asustados hijos, ni las múltiples oraciones del vecindario, ni la inquietud generalizada ante un futuro incierto.

Junto a tu cama hay un ángel con las alas negras y los ojos cerrados, susurrándote al oído mensajes de paz, mientras abrocha los botones de tu camisón y acaricia tu pelo.

Es entonces cuando la muerte llama por primera vez a la puerta de nuestra casa, entra silenciosamente hasta tu cuarto en plena siesta y nos dice: «buenas tardes».

Nadie le contesta, nadie se sorprende, nadie la invita a sentarse. Solo tú la miras de frente con las manos abiertas y le dices que estás lista para marcharte.

Con el último latido, firmas el libro de tu vida el 21 de julio de 1986 a las 17:30. Y en seguida empiezas a llenarte de luz y comienzas a alejarte por El Cenagal con un río de mariposas salpicando tus pies descalzos. Y solo cuando llegas a la fuente me miras por última vez y me sonríes ascendiendo al cielo. Y yo me quedo solo, perdido y abandonado en la esquina de la calle Sin Salida, con la mente destruida y una herida infinita en el pecho.

A lo lejos escucho doblar las campanas del pueblo, con tu nombre en su eco.

Y me pregunto repetidamente: ¿Qué hago yo ahora con todos éstos besos desnudos?

¿Qué hago con todos éstos abrazos rotos?

¿Dónde dejo tantos y tantos sueños y deseos sumergidos?

Lágrimas de hierro fundido destrozan mis venas por dentro y una espesa tristeza me muele brutalmente los huesos.

El dolor bloquea mi desamparado cuerpo y congela las mareas de mi sangre con nieve de glaciares milenarios.

Mi corazón se mancha con horribles tatuajes oscuros, mientras estalla y enmudece con un grito seco.

Pausa, desenlace y epílogo…

Fuiste una mujer maravillosa y muy valiente, que luchaste durante 16 años sin rendirte. Y hoy te vas con apenas 55 años a descansar eternamente junto a tus padres.

Semilla, manantial y faro…

Ahora nos toca a nosotros seguir adelante, protegiendo tus enseñanzas y defendiendo tu legado.

Después del caos siempre renace la calma y no solo nos queda un certificado de defunción sobre la mesa, ni una noche perpetua llena de monstruos aguijoneando nuestra espalda; también nos queda un testamento luminoso lleno de estrellas, empapado con tu inmenso amor y mil millones de brillantes recuerdos.

 

Eliecer

 

Fotografía: «Hágase tu voluntad». Valle de la novia 57.

Modelo: Bartolina  González Domínguez.

Localización: Cementerio de Galaroza. Huelva.