MI QUERIDO HIJO

Hola Eliecer.

Deseo que al recibir ésta, te encuentres bien, nosotros bien gracias a Dios.

Elie, no sé por dónde empezar, pero sí te digo en toda la carta te quiero, te quiero y con eso te lo contaría todo.

Yo estoy sin saber lo que me pasa y creo que tú vas a venir cualquier día. Así me llevo todo el tiempo y lo peor es que te sigo esperando.

Si yo pudiera volar, para ver dónde estás y poder estar más cerca de ti.

Te tengo siempre dentro de mí, eso tú ya lo sabes. Igual que tú tampoco nos olvidas, las personas que dejaste aquí, te quieren mucho y no te olvidan.

Ayer fui al corral para recoger tus pantalones y no pude hacerlo. Los dejé allí colgados del alambre, porque así, viendo algo tuyo, me siento un poco mejor.

Hoy he ido al ropero y hay un vacío muy grande y me da mucha pena.

Perdóname hijo de mi vida. Yo sé que estás solo, pero tienes que ser fuerte y no agobiarte. Piensa que si estuvieras en la mili sería peor.

No sabes lo que te echo de menos. Para muchas cosas yo siempre te llamaba a ti, pero de esto mejor no hablar. Me conformo con saber que tú estás contento y que ahí tienes personas que te quieren. Eso me hace estar más tranquila.

Tú pórtate bien, sé formal y alegre. No fumes, ni bebas alcohol y cuídate siempre, no te vaya a pasar algo malo. No te fíes de nadie, a ver si te van a dar un paquete con droga. Y ten mucho cuidado con esa enfermedad nueva que hay ahora, a ver si la coges. Tú cuidadito cómo andamos, que perder la salud es lo último en éste mundo.

Todas las noches rezo por ti, hasta que la pastilla me duerme. Solo le pido a Dios que te proteja y te de salud. Dios no te puede abandonar nunca.

Eliecer, me da mucha alegría saber que estás trabajando. Aunque son muchas horas de pie y que estarás muy cansado. Ten mucho cuidado con los vasos, mira que si los rompes tendrás que pagarlos. ¿Es verdad que todos son chinos?. A ver si la Virgen del Carmen te da suerte y te haces un futuro.

Tú piensa solo en ti y aprovecha esta oportunidad que Dios te ha puesto por delante.

Yo ahora estoy bien. Con los resultados de Sevilla, los médicos me han dicho que siga con el mismo tratamiento y que vuelva en septiembre. Tú ya sabes que tengo días y ratos.

En la foto que me mandas te veo muy delgado. Come más por favor, así cuando vengas te veré más gordito y estaré más contenta.

Eliecer, me tienes intranquila, sin escribir. Desde que cogí las fotos, nada. Pienso que estás enfermo y en el calor que estarás pasando en Madrid. Cuando llegas a tu habitación, no tener las cosas fresquitas. Tú compra todo lo que puedas tener, galletas, leche condensada, pan, jamón y queso. Y a ver si me equivoco al verte y estás más gordo.

Ya estoy deseando que pasen éstos días y ver venir a ése muchacho que tantas ganas tengo de ver. Pero pensar que es tan poco tiempo, no nos vamos ni a enterar. Mañana iremos a la huerta para arreglar aquello y limpiar el pozo y la piscina, para cuando tú vengas.

Te doy mil gracias por la tarjeta, pero más, por ésas cosas tan bonitas que se me meten en el corazón, porque sé que son de verdad. Pero las mías, sin decirlas, también las tengo guardadas en mi corazón.

Eliecer, espero que ya estés más tranquilo. Tú sufres mucho cuando te vas, pero yo no veas.

Quisiera que tuvieras confianza conmigo y me digas lo que sientes, bueno o malo. A mí ya no me asusta nada. Quiero que me cuentes la verdad en todo y que me dediques dos horas cuando tengas el día libre. Tu madre antes que nadie. Tú no te haces idea de lo que te echo de menos. Y tengo días fatales, porque Dios me va alejando de quién tanto quiero, ahora que tanta falta me hace su cariño.

Estoy deseando que vengas, para que me cuentes muchas cosas y yo a ti. Nos iremos a la huerta, para que nadie nos moleste.

Tu padre está insoportable. No hay quién pueda con él y yo me voy a volver loca. Así que estamos aviados.

¡Ay, si yo pudiera hablar contigo y desahogarnos los dos!

Por aquí sigue lloviendo. Ha reventado la fuente de Los Doce Caños y la ribera lleva mucha agua. Las aceitunas están en el olivar, esperando que tú vengas. Me dices que has pasado la Nochebuena muy mal. Ya lo sé hijo mío, pero yo tampoco la he pasado bien, acordándome de ti. Es una sombra que me sigue por todos lados. Pero tenemos que resignarnos. No nos queda otra, hijo de mi corazón.

No sé si te gustará el abrigo que te estoy haciendo. Ya tengo hechas las mangas y he empezado la delantera, pero ésta lana que has elegido da mucha lata. Yo lo veo bien, ya veremos si a ti te gusta luego.

También te digo que hemos estado de chacina y cuando estén los chorizos bien, te los mandaré.

Muchas gracias por los Reyes, los tuyos llegarán después.

Leo tantas veces tus cartas, que cada vez me pongo más contenta. Y las beso, las abrazo y lloro.

Me dices que te has comprado una chaqueta, una camisa y unas botas. Me parece muy bien, pero no te gastes todo el dinero, ahorra un poco hijo mío, que te está costando mucho sacrificio ganarlo. Hazte una foto en la que estés muy guapo y me la mandas. No sé si ya te has quitado tu coleta rubia.

Eliecer, estoy deseando verte por El Cenagal con tu maleta, para darte un abrazo que dure todo el día, como los que tú me das.

A ver si me pongo mejor y puedo felicitarte el día de tu cumpleaños. Ya veremos si los dolores me dejan, pues estoy algo pachucha.

Hijo mío, ya estoy un poco mareada, me duele el brazo y la mano se me va para donde le da la gana. Ya me encuentro sin fuerzas. Mañana seguiré escribiéndote.

Un beso y un abrazo muy fuertes.

Adiós guapo mío, adiós.

 

Beatriz

 

 

Fotografía: «Mi querido hijo«. Valle de la novia 52.

Texto: Cartas de Beatriz Domínguez Tovar.

Modelo: Bartolina González Domínguez.

Localización: Cementerio de Galaroza. Huelva.