Desde el principio, nada fue absolutamente brillante, ni luminoso.
Muy pronto, el inmenso amor que sentía la joven Beatriz por su novio, empezó a oscurecerse con nubes de inquietud y suspiros de dolor. Tras mucho dudar, su corazón se hizo fuerte y valiente, poniendo fin a aquel complicado noviazgo que no la hacía feliz, alejándose de él todo lo que pudo, aunque no lo suficiente.
Y la vida, tan sabia, tan caprichosa e imprevisible quiso darle otra oportunidad con un nuevo pretendiente.
Un muchacho llamado Javier Olivera Jover, trompetista en la Banda Musical de Galaroza, amigo y vecino del pueblo, le declaró varias veces su amor incondicional y hasta le dedicó unas sevillanas (de las cuales, solo he podido conseguir rescatar una parte, gracias a la colaboración de su hermana Leonor) que dicen así:
SEVILLANAS PARA BEATRIZ
* Allá arribita en La Era
está un sillón colorao
donde se sienta Beatriz
con el «Tormentilla» al lao.
*Allá arribita en La Era
hay un charco y no ha llovío
son las lágrimas de Beatriz
porque el «Tormentilla» se ha ido.
Aquello tan hermoso, poético y sereno, desafortunadamente no pasó de una buena amistad.
Y es que el destino de mi madre, ya estaba decididamente escrito en las líneas de sus manos…
Eliecer
*Fotografía: Las sombras de la luna. Valle de la novia 6.
Modelo: Carmen González Domínguez.
Localización: Plaza de toros. Galaroza, Huelva.